Por Joaquín BalbisLos Pumas atacaban con insistencia, impulsados por su habitual coraje –al que ahora le suman destacables variantes en su juego–, mientras Australia defendía con el mismo tesón, empecinada en que los argentinos no la vulneraran. Quienes lograron su objetivo en la segunda mitad del complemento fueron los Wallabies, y ahí estuvo uno de los secretos para que Argentina deba ir por el bronce.
El gran mérito fue de los australianos, quienes ratificaron el excelente campeonato que vienen realizando y frenaron a Los Pumas con una defensa asfixiante que les clausuró caminos y les hizo perder la posesión. Fue el rival de ayer el que relativizó la actuación de Argentina e hizo que quedara flotando esa sensación de que el equipo dirigido por Hourcade estuvo unos escalones por debajo de rendimientos recientes. Y en realidad, gran parte de las carencias fueron causadas por virtudes de los Wallabies, que leyeron el juego rival (les valió ponerse en ventaja al minuto), embistieron con fiereza (lo que provocó bajas argentinas) y fueron contundentes.
Pero esta derrota argentina, que fue indiscutida, está lejos de cerrar una etapa en el seleccionado albiceleste. Es un paso más dentro de un camino de aprendizaje que destaca un marcado crecimiento basado en una propuesta ambiciosa de juego de ataque construida sobre bases históricas de Los Pumas, como son la presión, el scrum y el tackle, todo impulsado por la garra que acompaña a la selección desde su creación.
Y lo más trascendente, con una cantidad impresionante de jóvenes que son un reaseguro para el futuro, como Montoya, Alemanno, Petti, Lavanini, Matera, Isa, Cordero y Moroni. Ahora vendrán nuevos desafíos, más allá del capítulo final de esta Copa frente a los poderosos Springboks.
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar).-
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