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miércoles, 29 de abril de 2015

FUTBOL: COPA ARGENTINA: Alianza (CM) en el Kempes: más que un sueño - FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (Facundo Luque).-

Por Enrique Vivanco
La mano izquierda de Néstor Billalva pistoneaba el aire; sus ojos iban de aquí para allá mirando el de sus jugadores; su voz levantaba el tono sin llegar al alarido. Faltaban unos pocos minutos para que el equipo del panadero, del estudiante, del agricultor y del mecánico empezara. Afuera, en la platea, estaban el vecino, la vieja y el viejo, la hermana, los tíos, la novia, el amigo, casi todo el pueblo que en un éxodo masivo había despoblado por algunas horas el terruño querido. Alianza de Coronel Moldes, un niño institucional de siete años de existencia, hijo de tres veteranas expresiones deportivas de la zona, se preparaba para jugar el partido de su vida.
Fue excelente la arenga del entrenador aliancista: les hizo saber que antes que nada, todo futbolista tiene la misión de soñar, de armar su destino idílico, de ganar las batallas casi perdidas, de luchar y de intentar vencer a monstruos temibles. Les dijo que el tren pasa una sola vez, parte del sueño de cada jugador que imagina gritando su gol frente a una cámara de televisión en el mismísimo Mario Alberto Kempes; que el listón de la dignidad no alcanza con medir sólo el entusiasmo en el césped sino la proeza del triunfo y que la envergadura del acontecimiento trascendía las fronteras del mismo juego para inscribirse en las cosas más preciadas y recordadas de la propia existencia. Y por eso los atizó: “Esto es como cuando nace tu hijo; como cuando te recibís. Este es el partido más importante de nuestras vidas”.
Alianza reiteró en la noche del domingo la indudable verdad acerca de las maravillas que puede hacer un futbolista motivado, estimulado emocionalmente, positivo en sus objetivos más allá de sus limitados entrenamientos y de sus abdómenes inocultables. Reivindicó el amateurismo más puro, el del amor propio, el del orgullo, el de la transpiración sin paga, el del sentimiento que se siente al jugar por única vez ante el adversario supuestamente infranqueable. A un costado estaban los seres queridos; enfrente, como en una final, los pibes del otro barrio, los del otro colegio, los de la otra sección o empresa. ¡Cómo no desafiar los propios límites!
Mente libre de tribulaciones la de Alianza que enfrentó las que carga Independiente desde hace 20 años. Su desteñida figura, alejada de aquel brillo que despedía su rojo, no alcanza a cubrir ni la mitad de las huellas de aquel verdadero gigante que se presentó en otras décadas y tantas veces en el mismo escenario. Mezcla de juveniles y veteranos, lejos de aquella austeridad que hoy ya es difusa, producto de una época repleta de violencia e improvisaciones, irradiaron letargo, desconexión y algo de apuro cuando su tribuna clamaba algo más o menos parecido a un pase de Bochini, a un desborde de Barberón o a un gol de Burruchaga. ¡Qué ilusos!
Fue un duelo entre un King Kong con el pecho herido y la mente turbada y un Goliat que se fue inflando como un globo hasta tomar la forma juvenil de un héroe. Alianza sabía que era “el partido”, y que después de jugarlo no llegaría el abismo, sino la suave llanura que volvería a cobijarlo. Independiente, grande entre los grandes en otras épocas, revuelve sus conflictos en medio de un laberinto que no consigue encaminarlo a aquellos tiempos de gloria.
Los penales también forman parte de las ilusiones. Sebastián Airaudo seguramente se imaginó volando como superman a un ángulo; Juan Reynoso, confundido, se sentó en su cama gritando su gol, pero dando paso a la tristeza por no haber pateado un penal que quizá los hubiera llevado a la hazaña.
Desde los 12 pasos, Independiente estuvo a la altura de su estirpe. Alianza, hasta entonces irreductible, pareció mirar el reloj y darse cuenta de que no quedaba nada para las 12 de la noche.
Faltó poco. Y es sabido: muchas veces los sueños no terminan como uno quiere.
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (Facundo Luque).- 

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