Pero la actuación de este tremendo jugador de golf nacido en Villa Allende responde con un enorme sí a las dos. Cabrera está en todo su derecho de amargarse por no poder repetir lo que había conseguido en 2009 y nadie le puede quitar el orgullo de estar nuevamente en boca de todos.
El Másters de Augusta no es un torneo más en el circuito. Augusta, junto al US Open, el Abierto británico y el PGA Championship (Campeonato de profesionales de Estados Unidos) integra el cuarteto de torneos que muchos quieren jugar, que todos quieren ganar y que muy pocos lo pueden hacer. Cabrera está ahí, en ese lote de golfistas que soñaron con jugarlo y ganarlo.
Para los estadounidenses y para una buena parte del mundo golfístico, Augusta y el US Open están por encima de la consideración de los otros dos Grand Slam. Por eso la trascendencia, por eso la importancia de estar ahí, junto a lo mejor de lo mejor. Por varios motivos, Augusta es mágico.
Es el primero del año, es el único de los cuatro Majors que se juega siempre en la misma sede (Augusta National Golf Club) y entrega, además de una buena cifra en dólares, la tradicional chaqueta verde, la misma que Cabrera ya supo ponerse cuatro años atrás.
El campo tiene otros atractivos que lo hacen distinto. Tiene un diseño de tal sofisticación que obliga a sus jugadores a poner en práctica todos los recursos de golpes y movimientos. Uno puede ser un buen pegador o el mejor en el putt, pero sin la combinación de los dos es imposible ganar, o ser protagonista, o llegar a un desempate. Cabrera, con su calidad y ese don que muy pocos humanos poseen en el planeta, reúne esas características.
En la catedral del golf mundial de estos tiempos (en su momento lo fue el Abierto británico), Cabrera se mostró y le demostró al mundo golfístico que sigue con la vigencia de siempre, que es un jugador extraordinario y que, cuando se lo propone, le da batalla a cualquiera.
Haber perdido en el desempate ante un sorprendente Scott es una situación del juego. Por esto y por muchísimas cosas más, “el Pato” debería estar orgulloso por el regreso y no privarse, si quiere, de maldecir por ese golpe que pasó a milímetros del hoyo 18 y que le hubiera dado el título.-
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (AP).-
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