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martes, 30 de abril de 2013

FÚTBOL: Racing debe recuperar su identidad

Sucedió el lunes por la mañana, bien temprano. Al pibe lo llamaremos Juan, un estudiante secundario que despunta su amor por el fútbol en los torneos internos que organiza su colegio. De 13 o 14 años, es arquero y tiene una estatura envidiable para su edad. Más de una vez habrá soñado con atajar en el Kempes; y también en el Miguel Sancho. Juan, obviamente, es hincha de Racing de Nueva Italia.
Dicen quienes lo vieron que tenía los ojos enrojecidos. Y que su explicación fue la de haber padecido una noche larga, demasiado larga, en la que recién alrededor de las 4 de la mañana pudo dormirse.
Sin haber podido ir al estadio para ver la definición ante Alumni, Juan estuvo en su casa escuchando la radio, hasta que el penal de Walter Cuevas, que no pudo detener Gerardo Godoy, le generó bronca y tristeza, y lo mandó a la cama.
Las lágrimas de Juan frente a sus compañeros de aula cuando contaba su pesar son la consecuencia impregnada de candidez de un descenso.
También hay de lo otro: la ofuscación más elevada de alguna gente que ya vio pasar a Racing por estos menesteres, que destina algunos segundos a recordar a los que para él son los causantes de su nueva frustración, y a los que les añade la responsabilidad por este alejamiento suyo que durará lo que dure su enojo y que probablemente será breve porque su mismo amor a la camiseta lo transformará en esperanza.
No es casual lo que le pasa a Racing. Desde hace casi 20 años sufre una transición traumática al no haber podido resolver su destino. Luego de haber pasado épocas de canchas llenas, de logros deportivos impensados para su estatus barrial, no pudo desentrañar los caminos que lo llevaran por un camino de mayor grandeza y quedó latiendo a un ritmo lento, con malas administraciones, con desafíos inalcanzables y, sobre todo, con recursos económicos menores.
La explicación fácil apuntaría a este único detalle y al alejamiento paulatino de su público como causante de su reciente tropiezo. En tal caso, son las consecuencias de un fenómeno que ha pasado y pasa en muchas instituciones deportivas de Córdoba y del país.
Las malas administraciones de quienes las conducen y el poco control que hay sobre sus decisiones han llevado a muchos clubes a un estado de postración y en algunos casos parecen insalvables.
Ni Jorge Petrone con su gerenciamiento ni mucho menos Antonio Ruiz, cuestionado y sospechado severamente por los escasos socios que siguieron de cerca y controlaron su gestión, pudieron en estos últimos 10 años mejorar el club en lo deportivo y en lo institucional.
Racing se fue achicando, su oferta de servicios se tornó casi nula, y de aquel club que hace 30 años levantó tribunas y amplió sus instalaciones, ha ido quedando poco y nada.
El actual equipo hizo lo que pudo. Sus últimos conductores, también. Sus dirigentes deberán asumir el enorme reto de devolverle identidad a un club inmovilizado y a buscar la manera de seducir para el rápido regreso del público a sus tribunas. No será fácil. Pero con trabajo y honradez todo podrá ser posible.- 

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