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martes, 9 de abril de 2013

FÚTBOL: Messi, el que no todo lo puede

Messi quiere estar en la revancha ante el PSG (Foto: AP).¿Se le puede decir que no a Lionel Messi, el mejor jugador del mundo? Partamos de la base de que el fútbol, a diferencia de algunas otras esferas de la sociedad, tiene la virtud de establecer sus escalafones tal como los propios jugadores expresan su jerarquía en el campo de juego.
El mejor, generalmente, es el líder, muchas veces muy joven en comparación al resto; otras, el más veterano, el que carga con las batallas más soñadas y pesadas. El fútbol, en la cancha, tiene esa virtud: no admite advenedizos, arribistas ni recomendados. Y si aparecen en esa condición, duran poco. El propio público se encarga de desenmascararlos.
Es por eso que el mejor es la gran figura. El que absorbe la mayor atención de la prensa y de los hinchas; el primero en apuntar algún desliz económico de la dirigencia; el que ocupa la mayor atención de los adversarios. El más aplaudido, el más mimado. Y por eso mismo, el más odiado.
La postura maniquea de la gente, según los procederes del ídolo, lo pone habitualmente en los extremos. Si el mejor de todos, hace algo que gusta a algunos, inevitablemente producirá el efecto contrario en otros, por lo general sus adversarios. Por eso es muy difícil encontrar unanimidad en torno de sus labores tanto dentro como fuera de la cancha. Aun siendo Lionel Messi.
“La Pulga” ha reblandecido el corazón de muchos argentinos con una asistencia perfecta en la cancha y en la red en cada convocatoria a la selección nacional. Antes, desde que empezó a deslumbrar al mundo, su oposición, apenas su turbo apuntó hacia las nubes, fue el nombre de Maradona. “Diego es mejor”, opinaron. “Maradona era más caudillo que Messi”, reforzaron. “A Messi le vi hacer cosas que no hizo nadie”, respondieron. “Lo sigo discutiendo a Messi. Todavía le falta un poquito de sangre, de corazón, de ir al frente”, dijo hace poco Vanesa Sabella, la hija del entrenador argentino.
No parece haber evaluaciones intermedias en torno de ellos, o alrededor de Alfredo Di Stéfano, Johan Cruyff, o de Pelé… Estos enormes jugadores provocan eso. Atraen tanto como refractan. Son amados y odiados. Son ejemplos a imitar o estandartes de lo que no se debe hacer.
Messi juega desde hace rato en ese mundo exclusivo. Y genera mucha más aceptación que rechazo. Ni qué hablar en Barcelona, en donde provoca tanta admiración como bronca y envidia en la capital española, reducto del Real Madrid. A esa ola negativa, Messi la enfrenta con sus cualidades futbolísticas extraordinarias y un comportamiento que casi nunca ha dejado margen para la crítica.
Al ser el mejor y sentirlo en la intimidad, Messi parece esforzarse por demostrarlo cada semana. No falta nunca. De asistencia casi perfecta, no se le contabilizaba una lesión de importancia desde 2008. Hoy, con tres cuartos de temporada encima, en el umbral de una nueva vuelta olímpica en la Liga Española con Barcelona, con la inminente clasificación al mundial de Brasil con la selección argentina, en los cuartos de final de la Liga de Campeones (el equivalente europeo a nuestra Copa Libertadores de América), duda en presentarse a la revancha con Paris Saint Germain por una inoportuna lesión muscular.
Unos días antes, “la Pulga” daba la vuelta a la calesita al anotarles por lo menos un gol a todos los equipos españoles en una rueda completa.
Su víctima fue Celta de Vigo, equipo menor en la Liga, que lucha por no descender de categoría. ¿Por qué jugó ese partido? ¿No tendría que haber descansado? ¿No hay nadie que lo prevenga de estos probables problemas?
Barcelona, sin él, le ganó 5 a 0 a Mallorca, el sábado pasado. A falta de personas que lo convenzan, el resultado podría servirle de consejero a su bienintencionado pero desgastante derrotero. El mensaje sería que no por ser el mejor del mundo, una persona se vuelve imprescindible. Aunque la figura en cuestión sea Lionel Messi.- 
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (AP).- 

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