En septiembre de 2010, sobrevivió a una caída de 25 metros en plena noche mientras competía en la Half Misión Ultra Trail del Champaquí, permaneció 42 horas al borde de un precipio hasta ser rescatado de las sierras cordobesas a las que regresó doce meses después colgándose la medalla finisher en la siguiente edición. A sus 56 años, el triatleta IronMan argentino Cristian Gorbea arañó el poñdio en la Antartic Ice Marathon en la Antártida al finalizar cuarto entre un total de diez competidores gracias a correr cien kilómetros en dieciesiete horas rodeado de hielo y nieve con una sensación térmica promedio de veinte grados bajo cero.
Próximo a celebrar tres décadas en las pistas desde que descubrió que el running era mucho más que una herramienta que lo ayudó a bajar doce kilos de un sobrepeso que ahora parece algo impensado, Cristian Gorbea fue el único atleta argentino que participó de esta décimotercera edición del ultramaratón más austral del mundo cuya largada, debido a las condiciones climáticas, se realizó poco después de las 23 horas con sol de medianoche en la base Union Glacier.
“En un solo día pasé de los tropicales treinta grados de Buenos Aires a los veinte grados bajo cero a sólo mil kilómetros del Polo Sur, fuimos diez locos corredores provenientes de todas partes del mundo con el mismo sueño de cruzar la línea de llegada de la Antartic Ice Marathon”, explicó Cris Gorbea cuyo historial deportivo abarca pruebas de larga distancia en montaña junto con mejores marcas personales de 12h45m en los 226 kilómetros del triatlón IronMan y 3h26m en los 42K del maratón.
En pleno verano porteño, con la guía técnica del entrenador Marcelo Perotti y el apoyo de sus compañeros del Running Team Correr Ayuda, Cris Gorbea se preparó de la mejor forma posible sumando resistencia sin resignar velocidad como lo demostró en la reciente San Silvestre Buenos Aires 2016 donde corrió los ocho kilómetros en 37m16s situándose 37º entre los 857 integrantes de su categoría de edad.
Psicólogo especializado en el mundo corporativo de los recursos humanos, ocupó cargos gerenciales en bancos e instituciones crediticias hasta asumir como uno de los socios de Business Skills, unos juegos de simulación de negocios que brindan capacitación para la toma de deciciones.
Gorbea se sobrepuso a las exigencias físicas del Maratón del Hielo pero también exige superó el desafío anímico y mental que plantea tanto la distancia como dormir en carpas bajo la luz del sol de medianoche y soportar vientos gélidos de 70 kilómetros por hora.
“Fui más que bien preparado, lo único que no pude lograr fue entrenar con un poco de frío, viajé cinco horas en un avión carguero ruso que partió del aeropuerto chileno de Punta Arenas y aterrizó en una pista de hielo, tuve que firmar un centenar de deslindes de responsabilidad, incluso completé los cien kilómetros en menos de las dieciocho horas que tenía previsto originalmente”, afirmó Gorbea tras colgarse la medalla finsher en esta proeza deportiva merecedora de un documental como La Repisa, aquel corto dirigido por Federico Sisto que fue finalista del Banff Mountain Film Festival Argentina 2011 relatando como sobrevivió a su caída en el cerro Champaquí.-
En medio de la nieve, sin internet ni telefonía celular y con el sol que no se pone en todo el día, Gorbea logró la epopeya que él mismo define como el objetivo más exigente de sus casi tres décadas en el running.
“Eramos apenas diez corredores con puestos de abastecimiento cada cinco kilómetros donde nos hidrataron con agua caliente, la Antártida es un santuario de la humanidad, sólo podíamos hacer nuestras necesidades en lugares previamente especificados porque tanto la orina como la materia fecal es devuelta al continente por los organizadores de Antartic Logistic and Expeditios para no contaminar”, detalló Gorbea, quien ya volverá a sus habituales entrenamientos en los porteños bosques de Palermo bajo 34 grados de sensación térmica.
FUENTE: (http://www.eldepornauta.com.ar).-
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