Los Becerra son una familia ligada al vóleibol de Río Cuarto. Roberto fue el que se inició como jugador, luego fue árbitro y hoy director técnico. Sus hijos Martín, María Belén y María Angelina siguieron sus pasos, aunque de ellos el varón es el único que continúa relacionado con esta disciplina deportiva.
PUNTAL dialogó con esta dupla en la continuidad de las entrevistas con los herederos de una pasión.
- ¿Cuándo comenzó a vincularse con esta disciplina?
Roberto.- Cuando yo llego a Río Cuarto, vine de La Pampa, practicaba sóftbol con mi hermano y como iba al colegio Nacional me cruzaba en los momentos libres y veía cómo practicaban vóley.
Un día terminé un entrenamiento de sóftbol y fui a ver vóley. Me senté en un rincón a alcanzar pelotas. Recuerdo que estaba Fernando Sassatelli, me miró varios veces y me preguntó si quería jugar. Luego comencé a entrenar y me sumé al equipo.
- Su estatura no le fue un impedimento para ser parte de aquel equipo.
- No, para nada. Me propuse un desafío por ser bajito, ya que por lo general en el vóley los jugadores son altos. Recuerdo que el primer día que fui a entrenar me tomaron la capacidad de salto que tenía. Es más recuerdo que me dijeron que saltara sin vergüenza. Lo hice y me marcaron con una tiza 15 centímetros.
Me esforcé mucho durante mucho tiempo y llegué a mejorar aquella marca.
- Lo suyo fue por herencia.
Martín.- Sí de verlo a él, pero yo no empecé de chico porque jugaba al fútbol y lo hice durante mucho tiempo. Por ahí en los veranos jugaba al beach vóley. Después a los 17 o 18 años compartía las dos disciplinas hasta que me terminó gustando mucho el vóley y llegué a jugar cinco ligas nacionales de TNA que fue una motivación extra.
- Y como árbitro, ¿cuándo comenzó a ejercer ese oficio?
Roberto.- Fue por intermedio de Don Edmundo Amaya. Los primeros partidos fueron en los torneos intercolegiales locales hasta llegar a los nacionales como así también los interuniversitarios, copas argentinas y hasta llegar en el año 1982 estuve como juez de línea en el Mundial que se jugó en Argentina en el gimnasio de Newell’s de Rosario.
- Compartieron equipos, ¿qué tal era como jugador Martín?
Roberto.- Se caracterizaba por ser un jugador muy entusiasta, era como un pequeño técnico dentro de la cancha. Contagiaba al resto de los jugadores.
Como armador distribuía muy bien el juego, tenía una buen panorama de cómo jugaba el equipo adversario y de acuerdo con eso veía cómo hacía jugar a su equipo. También lo hizo como lídero y de muy buena manera.
- ¿Y él cómo era como técnico?
Martín.- La relación no fue fácil porque la relación de padre e hijo y de entrenador y jugador es muy difícil separar los roles. Si había una discusión dentro de la cancha la seguíamos en el auto al regresar de un partido y si era necesario lo hablábamos en casa también, pero siempre con el afán de mejorar lo que hacíamos.
- ¿A sus hijas las tuvo como jugadoras también?
Roberto.- Sí, María Belén jugó pero muy poco. Con la que más compartí fue con María Angelina. Era una muy buena armadora con mucha técnica. Ella dejó, pero conserva esa muy buena manera de distribuir el juego.
FUENTE: (Darío Pablo Palacio) - (http://www.puntal.com.ar).-
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