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jueves, 30 de julio de 2015

FÚTBOL: Soñar, cueste lo que cueste - FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar).-

Matías Polizzi. A los 15 años, este cordobés deja todo por su mayor ilusión: la de ser futbolista profesional. Pese a que era goleador en Lifi, aceptó convertirse en defensor. Hoy, es el 6 de la octava de Boca.-
Que somos capaces de hacer por lograr nuestros sueños? ¿Hasta dónde nos atrevemos a ir para llegar a la meta? ¿Cuánto estamos dispuestos a resignar por lograr un objetivo? Hay quienes no entienden de perezas, ni de obstáculos, y que, ensimismados, fijan su mirada hacia una única dirección: el futuro.
Aunque al expresarse parezca bastante mayor, Matías Polizzi tiene apenas 15 años. A su corta edad, le tocó superar vallas que a cualquier mortal le hubiesen puesto un freno. Cuando su ilusión de convertirse en futbolista comenzaba a gestarse, al entonces 9 goleador de Atalaya lo invitaron a probarse a sí mismo: "Si el día de mañana querés jugar al fútbol 'en serio', tenés que ser defensor", le dijeron, casi con la frialdad del médico que convierte en rutina el comunicar muertes a familiares de pacientes moribundos. El artillero del Instituto José Peña en Lifi alguna vez marcó 29 goles en solo 7 partidos, de pronto, debió invertir la cancha, y pasó de inflar redes a evitar que perforen la suya: en poco tiempo, dejó la delantera y comenzó a jugar en el puesto en que lo hace actualmente en la flamante octava de Boca Juniors, de 6.
"Empecé a jugar a los cinco años, en el colegio, el Peña. Siempre fui delantero, era 9 y goleador: tengo trofeos y todo por haber hecho varios goles. Pero a los 12, pasé a jugar en Atalaya y ahí me dijeron que si quería llegar a Primera, tenía que ser defensor. Fue difícil tomar la decisión, pero lo hablé con mi viejo y me convencí", recuerda Polizzi.

La pelota, allá; la familia, acá
La dificultad del sendero se adivina en la cantidad de aventureros que quedan en el camino. El año pasado, Polizzi se disfrazó de señor adulto, y no le esquivó al compromiso que conlleva toda aspiración importante. Decidió quedarse a pelearla en la pensión de Boca en Casa Amarilla, convencido de que, si quería jugar al fútbol el día de mañana, debía apostar en grande.
"Hice la prueba en Boca a fines de 2013, me dijeron que viniera a la pretemporada en enero de 2014, y ahí quedé. Aunque pensé que iba a poder volver a casa a buscar mis cosas, me dijeron que no, que recién en
Semana Santa iba a poder. Acá es así: tenés tres fechas al año para ir a tu casa, en Semana Santa, para el Día del Padre, y para el Día de la Madre, y te dan cinco días como máximo para quedarte", cuenta el cordobés sin inmutarse, con la parsimonia propia de quien conoce un libreto a la perfección, pero aclara: "La pensión de Casa Amarilla está muy buena. Las piezas son de dos personas, tenés un plasma, un aire acondicionado, y las comidas son muy ricas. Aun así, hay muchos chicos que no aguantan estar lejos de la familia y se vuelven. El año pasado, estuve dos meses solo porque mi compañero de pieza agarró el bolso, se fue y nunca más volvió. Yo también extraño mi casa, mi familia, mis amigos, pero esto es algo que quería y estaba buscando".

Córdoba, esa cuenta pendiente
Este hincha de Talleres jamás pudo festejar un gol con la casaca del Albiazul, ni alcanzó a gritarle un tanto a Belgrano. Su carrera comenzó en el Instituto Peña, siguió en Atalaya y continuó en Boca, sin tener un paso por los clubes "grandes" de la provincia. Asimismo, jamás se enfrentó a los cordobeses, y por eso quiere aprobar esa materia pendiente: "El año pasado jugamos contra Belgrano, pero me tocó ir al banco. Y contra Talleres, el DT me llevó y, justo ese día, fui suplente. Después, fui titular todos los partidos, jugué siempre, pero ahí no, así que le ruego a Dios que este año me toque jugar contra alguno, porque tengo compañeros que juegan en esos clubes".
Aquel fútbol al que Dante Panzeri definió como "dinámica de lo impensado", se hizo carne en Polizzi. No solo porque pasó-y de qué manera: de goleador de Lifi, a zaguero del último campeón de inferiores- de un puesto a otro extremadamente opuesto, sino porque el factor sorpresa lo acompañó siempre y, hasta el momento, lo hizo para robarle sonrisas: "Me acuerdo cuando, el año pasado, estábamos por jugar contra River. Le mandaba mensajes a mi papa diciéndole lo contento que estaba, que iba a jugar, etc., y él me decía que era una lástima que ellos estuvieran lejos. Minutos antes de que empiece el partido, me nombran capitán y, en la charla previa cuando nos explican la estrategia, un señor se me acerca y me dice: '¿Vos sos Matías? Te buscan'. Me di vuelta y estaban mi mamá, mi papá, mi hermano y mi primo. No me lo olvido más".
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar).- 

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