Estudiantes sigue dulce y se ilusiona con la clasificación. Quedan tres fechas, todas en Río Cuarto. Primero recibe a Alvear, después visita a Atenas en el clásico y cierra de local con Gimnasia. ¿Podrá?
El equipo vive uno de sus momentos que hacen ilusionar a más de uno. Y hay motivos más que suficientes para que el pueblo “celeste” sueñe con lo que parecía utópico hace sólo algunas fechas atrás.
Este Estudiantes es muy diferente al Estudiantes que transitó con muchos altibajos gran parte del Torneo Argentino B. Este Estudiantes es lo más parecido a una novela que comienza con una mezcla de terror y suspenso pero que a medida que pasan los capítulos la historia empieza a tener un final feliz.
Claro que falta para el desenlace y ese desenlace todavía es incierto. ¿Podrá asegurarse un lugar en la siguiente instancia y seguir en carrera por el premio mayor? Es indudable que sí. La levantada del equipo, el cambio de mentalidad y un fixture que lo acompaña son sólo algunos de los argumentos que permiten avizorar que la clasificación es posible.
Quedan tres fechas, poco y mucho a la vez. El descenso, esa ingrata tabla que en algún momento sonrojó e hizo preocupar a más de uno, parece haber quedado definitivamente en el olvido. Con esa pesada mochila afuera, la presión ahora es otra, bien diferente y bastante más grata.
Primero será el turno de recibir a un Alvear que viene en caía libre pero a la vez metido de lleno en la pelea por la clasificación. Un rival directo si los hay. Luego el partido más esperado, ni más ni menos que el superclásico ante Atenas, un Atenas que sigue dando batalla en pos de mantener la categoría. Y por último, también de local, el contendiente será Gimnasia y Esgrima, equipo que se presume llegará a Río Cuarto con la clasificación en el bolsillo.
No hay más viajes y ese es un dato alentador. Uno de los tantos si se quiere. “Todavía no llegamos a nuestro techo. Con el correr de los partidos vamos entendiendo el mensaje del técnico y eso es muy importante”. La frase pertenece a Franco Chiaretta, pero esas palabras son comunes en todos y cada uno de los jugadores.
La mano de Germán Martellotto empieza a notarse. Nobleza obliga, el entrenador dejó de lado las dudas y las miradas de reojo con las que transitó gran parte de su proceso. Ahora, acompañado por los resultados, las críticas son bien diferentes.
Supo sortear con éxito las cuantiosas lesiones que fueron diezmando el plantel. Ya no improvisó posiciones y cuando lo hizo fue porque otra no le quedaba. Pudo recuperar jugadores clave. Uno de ellos fue Vogliotti, el delantero que casi todo lo que toca lo convierte en gol.
Pero eso no es todo, porque los que saben con la pelota están bien. Martinelli es uno de esos jugadores distintos. Contra Alianza, Pérez volvió a ser el Pérez de siempre. Y Rodríguez y Chiaretta siguen mostrando su repertorio de virtudes. En los últimos tres triunfos Estudiantes convirtió 11 goles, poco más de un tercio de los que había marcado en las anteriores veinte presentaciones.
Y abajo, más allá que otro desacople, también hay síntomas de mejoría. El domingo en Coronel Moldes, Bonacci, otro que levantó y mucho, dejó su arco en cero, una cuestión que alimenta y engrandece la confianza de todo arquero.
Estudiantes está bien y llega al tramo final en inmejorables condiciones. Las dudas pasaron a ser certezas. La incertidumbre ya no es tal. Los vaivenes futbolísticos se transformaron en ideas claras. Un combo casi perfecto solventado obviamente por los buenos resultados que el equipo viene consiguiendo y alimentado a la vez por la irregularidad propia de la mayoría de los equipos de la Zona 3. El cambio llegó en el momento justo.
FUENTE: (Nicolás Russo - www.puntal.com.ar).- FOTO: (Marcelo de la Torre/Archivo).-
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