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sábado, 27 de septiembre de 2014

BOXEO: Boxeándole a la vida - FUENTE: (Tristán Amado - tamado@puntal.com.ar)- (http://www.puntal.com.ar).-

No hay situación más digna para un ser humano que sentirse útil y ganarse la vida haciendo eso que sabe. Néstor y Gabriel Rojo desafían su destino y hoy sueñan en grande.-
Todos nacemos con un destino marcado, con una realidad económica y social en la que debemos crecer y formarnos como personas, en la preocuración de conseguir las herramientas que en el futuro nos permitirán mejorar nuestra vida y dar pasos hacia adelante.
No todos logramos cambiar nuestra realidad y en muchos casos se debe a la imposibilidad de contar con la educación necesaria o con la falta de un referente que nos enseñe valores esenciales para una persona en formación como el respeto, la honestidad y la dedicación al trabajo.
Para poder mejorar dentro de una sociedad, lo primero que hay que hacer es no quedar al margen, por eso desde los estados se utilizan diferentes programas de inclusión, en busca que los chicos tengan la posibilidad y la motivación para querer salir de las realidades complicadas que tienen, dándoles la motivación para querer superarse.
En el caso de nuestra ciudad la apuesta es clara, fomentar el deporte como medio de inclusión y para esto se creó el programa “Boxeándole a la Calle”, que alienta a los chicos a que se acerquen al gimnasio para practicar boxeo.
Parece una paradoja que pelando uno quiera sacar a los chicos de la calle, pero no es una casualidad que uno de los deportes elegidos para la inclusión sea este, ya que los grandes representantes del deporte de los puños de nuestro país vienen de historias parecidas a las que hoy están viviendo estos jóvenes, quienes en ellos ven la esperanza y deciden cambiar la calle por el ring, las drogas y el alcohol por los guantes y las interminables horas sin hacer nada por salir a correr a la mañana.-

Una historia para contar
Detrás de cada uno de los chicos que concurren por la tarde al gimnasio único de boxeo municipal, que funciona en el Centro 11, hay una historia para contar. En este caso, nos detendremos en la de los hermanos Gabriel y Néstor Rojo.
Integrantes de una familia de seis hermanos, “El Gallo” y “Mandinga” (infaltables apodos a la hora de emprender una carrera boxística) son actualmente campeones provinciales de la Federación Cordobesa de Boxeo.
Ambos viven junto a su madre (su padre hace algunos días que viajó a Río Gallegos, donde una de sus hermanas mayores formó su propia familia, para buscar lo que en nuestra ciudad hace algún tiempo no conseguía, trabajo para mantener su hogar) y el resto de sus hermanas.
Tienen su casa en el populoso Barrio Alberdi (donde ya son dos celebridades), a sólo 25 metros donde termina la ciudad y comienza “el campo”, como ellos mismo lo grafican.
Gabriel (“El Gallo”) recién cumplió los 19 años, mientras que a Néstor “Mandinga” le restan días para cumplir los 17. A pesar de su corta edad están orgullosos con sus incipientes, pero más que exitosas carreras boxísticas, porque hoy por hoy cuando sus padres están sin trabajo son el sustento económico de su casa.
“A mi desde chiquito me gustaba pelear y a los 13 años comencé a hacer boxeo en el club Alberdi con Hugo Emer. Siempre me gustó pegar y que me peguen, por eso me atrapó tanto el boxeo”, abrió la charla Gabriel.
Desde el mismo momento que el más grande de los Rojo entró en el gimnasio, se dio cuenta que había encontrado algo que lo apasionaba y no tardó demasiado en contagiar a su hermano menor: “Yo siempre le enseñaba a Néstor lo que yo aprendía en el gimnasio y él lo hacía bien. Después se hizo karateca, pero su entrenador le sacaba mucha moneda a mi mamá y ella no tenía para poder darle. Él, en karate, tenía que pagar para pelear, pero en el boxeo te pagan para que vos pelees”.
Gabriel se subió al ring por primera vez a los 15 años y si bien lo hizo siempre como amateur, comenzó a ganar su primer dinero con el boxeo. “Él (Néstor) veía que yo tenía mi plata y me compraba mis cosas y eso era por el boxeo”.
La pasión de su hermano y las ganas de comenzar a tener su propio dinero (algo que nunca sobró en su casa) terminaron de decidir al menor de los hermanos a cambiar el quimono por los guantes. “Una noche le dije que iba a acompañarlo al gimnasio, luego de todo un año que él me enseñaba en mis casa cuando volvía de karate, para ver como entrenaba y al final me puse a entrenar con él”.
Con 14 años y solo dos meses desde aquella noche que acompañó a su hermano y se coló en el entrenamiento, Néstor Rojo disputó su primera pelea.-

La vida por el boxeo
Este es un deporte que requiere una preparación física y un cuidado especial del cuerpo. Muchas promesas se quedaron sólo en eso, porque la mala vida y el poco apego al gimnasio, más temprano que tarde, les termina pasando factura a todos.
“Yo tengo 19 años y no voy al baile. No tomo, no fumo, hago boxeo y me dedico solo a esto”, así declaró. Son los conceptos de Gabriel, que el próximo mes volverá a exponer su título provincial en uno de sus últimos pasos antes de convertirse en profesional.
A pesar de sus jóvenes 16 años, Néstor también sabe donde tiene que concentrar sus energías: “Cuando era chico en el colegio peleaba todos los días, ahora sé que sólo quiero pelear arriba del ring, que es donde vale. Muchas veces me buscaron problemas, yo agache la cabeza y todos me tomaron como un boludo, pero yo sé que cuando me pongo los guantes es cuando voy pelear y voy a demostrarles a todos quién soy, ahí nadie se la va a llevar de arriba”.
Esta conducta se trasladó también al barrio, donde los más chicos comenzaron en ver a los hermanos Rojo como un ejemplo a seguir. “Apenas nos ven los chicos que volvemos a la tarde del gimnasio vienen a casa y nos vamos a la esquina. Ahí siempre llevo algo de plata para poder comprar una coca y tomar con nuestros amigos.
Además me piden que lleve los guantes y les enseñe a boxear, hay un zurdo, Ángel Cardozo, que pelea igual que Manny Pacquiao (NdR: múltiple campeón mundial que hace unos años estuvo considerado como el mejor boxeador libra por libra del planeta). Ese va a ser campeón de los Juegos Evita como Néstor”, contó Gabriel.
También “Mandinga” y “El Gallo” se encargan de marcarles el camino: “Un día llegó uno de los chicos y quiso prender un porro, le dijimos que eso le iba a arruinar la vida y que nosotros no queríamos que en nuestro grupo nadie se drogara. Le pedimos que se fuera, porque no queríamos verlo haciéndose mal. A las dos semanas volvió y nos agradeció por haberle dicho eso. Hoy se junta todas las tardes en la esquina, donde nadie fuma ni toma alcohol”, agregó Gabriel.
El cariño por los Rojo no es solamente de los chicos, también lograron la admiración y el respeto por los grandes que, masivamente, acuden a los festivales donde pelean, con el orgullo por su barrio y los campeones que de ahí surgieron.
“Una gente de acá me requiere, cada vez que paso me preguntan cómo estoy y cuándo voy a pelear. Ellos van siempre a nuestras peleas, pero en una de las últimas me enteré que no iban a poder ir, porque no tenían plata, entonces del dinero que iba a cobrar yo por la pelea, les compré las entradas para que pudieran ir”, con la sencillez de un chico de 16 años Néstor cuenta un gesto tan poco común en estos tiempos. Sin dudas una de las cosas por las que los Rojo despiertan el cariño de gran parte del barrio.-

Un sueño compartido
El boxeo y las ganas de ser alguien en la vida, se fusionaron para crear una simbiosis entre los dos, una relación que excede el hecho de ser hermanos, porque refundaron su vínculo y hoy cada uno de ellos  piensa y vive sabiendo que la única manera de cumplir su sueño, es poder ayudar para que el otro también lo haga.
“Solo, no te dan ganas de sacrificarte de la manera que esto requiere, pero viendo que tenés a tu hermano al lado haciendo lo mismo, la cosa cambia y cada vez queres dar un poco más”, dice Gabriel.
Precisamente él, como el más grande de los hermanos, fue quien tuvo el trabajo más duro teniendo que buscar el camino, demostrándole a su hermano por donde debía transitar.
Hoy, Gabriel está ansioso por cumplir los 20 y poder hacerse profesional, pero disfruta con los análisis de las peleas que baja en su celular, en busca constante de movimientos para sumar en su repertorio de goles y en los de su hermano. “Néstor tiene muchas cosas de Mayweather, por como se mueve y trabaja las peleas”, sentenció Gabriel, a lo que su hermano le retruca “él es como el Chino Maidana, porque va al frente y tira como un loco”.
El sueño de Gabriel es claro “yo empecé a boxear con un propósito, llegar al Luna Park y si después puedo ir a pelear afuera mucho mejor, pero con el Luna Park me conformo”.
Néstor ya se coronó a nivel nacional (fue campeón de los Juegos Evita en 2013) y recorrió diferentes partes del país integrando la selección cordobesa, pero lejos de encandilarse con esos logros, sabe muy bien lo que está viviendo: “Todo lo que me está pasando a mí, es lo que tendría que haber vivido mi hermano. A él lo hicieron pelear siempre acá y no lo llevaron a ningún lado, por eso lo que yo vivo se que no lo puedo desaprovechar porque él se lo merecía como yo y no lo pudo vivir”.
Una historia, la de dos hermanos que pasan sus días en el gimnasio del Centro 11 (con los consejos de su entrenador Marcelo Sasso y con el apoyo y amor incondicional de su esposa María), y sabiendo que tiene a su destino contra las cuerdas, espera que suene la campana para demostrarnos a todos que sí se le puede ganar a la vida.-
FUENTE: (Tristán Amado  tamado@puntal.com.ar) (http://www.puntal.com.ar).- 

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