En abril de 2016 la Unión Ciclista Internacional UCI suspendió seis años a la campeona juvenil belga Femke Van den Driessche por incurrir en doping tecnológico sacando ventaja ilegal durante el mundial de ciclocross Sub-23. Ahora la trampa llegó a la categoría amateur Master donde a un competidor de 53 años le quitaron la medalla de bronce que había ganado en el Gran Prix de Bedizzole tras descubrirse que tenía un motor oculto en el cuadro de su bicicleta.
De acuerdo a lo informado por el diario italiano La Gazzetta dello Sport, el vicepresidente del Centro Sportivo Italiano, Emiliano Scalfi, confirmó que un ciclista, cuya identidad no fue revelada, fue descalificado por usar un motor eléctrico que estaba escondido en su bicicleta Argon 18 y que los comisarios deportivos descubrieron gracias a un escáner térmico que detecta altas temperaturas.
“Teníamos información precisa y actuamos de inmediato, el tubo del asiento parecía que se estaba incendiando, ahí estaba oculto el motor, el ciclista admitió su culpabilidad”, explicó Scalfi en declaraciones al diario La Gazzetta dello Sport.
Tal como sucedió en el caso de la ciclista belga Van Den Driessche, el motor estaba escondido en el tubo del asiento de la bicicleta a diferencia de otros casos más sofisticados en que se esconden en las ruedas traseras.
En la actualida ya resulta usual que en las carreras del ciclismo profesional europea se analicen las ruedas y los cuadros de las bicicletas con una aplicación para iPad. Las dos últimas ediciones del Tour de France incluyeron a un motociclista munido de una cámara de imagen térmica aunque no detectaron ninguna anomalía.
A fines de marzo de 2016, el diario francés L’Equipe aseguró que en el ciclismo profesional se utilizarían bicicletas con motores ocultos activados automáticamente cuando el corazón alcanza el umbral máximo de esfuerzo que detecta con el pulsómetro.
Mediante una nota a doble página, la prensa gala sostiene que estos motores se esconderían en los cuadros e incluso en los bujes de las ruedas gracias a su tamaño diminuto como un pendrive USB aunque su costo resulta mayúsculo dado que rondaría los 150.000 euros.
El diario L’Equipe entrevistó al ingeniero húngaro Istvan Varjas asegurando que fabricó una docena de motores por año que fueron adquiridos por intermediarios residentes en Mónaco como una suerte de centro de distribución a los principales equipos del ciclismo europeo cuyos nombres aseguró desconocer.
“A los aficionados les costó una década creer que los ciclistas se dopaban con EPO, ahora sucede lo mismo con estos motores que se utilizan desde hace diecisiete temporadas, esto comenzó en 1998 perfeccionándose un año tras otro con los avances tecnológico que fueron incrementando la potencia y autonomía”, sostuvo el ingeniero Varjas describiendo a este implemento tan silencioso como ilocalizable.
Mezcla de sospecha con mito rutero, no es la primera vez que se habla de los motores ocultos en las bicicletas como sucedió en 2010 para menoscabar las actuaciones del triple campeón mundial de contrarreloj, el suizo Fabián Cancellara, en Flandes y Roubaix.
La prensa gala también señaló que el múltiple campeón del Tour de France, el español Alberto Contador, se pondría nervioso en los controles mecánicos y no deja que toquen las ruedas que usa en la crono individual. Además, insiste con el inusual movimiento de la rueda del canadiense Ryder Hesjedal durante su caída en la séptima etapa de la Vuelta de España 2014.
FUENTE: (http://www.eldepornauta.com.ar).-

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