Hace siete días se anunciaba que Aníbal Fernández era el nuevo presidente de la Confederación Argentina de Hockey. Ganó una elección que no contó con una lista que se oponga ya que Daniel Marcellini y las asociaciones que lo apoyaron decidieron retirarse del acto por estar disconformes con algo sucedido horas antes de la Asamblea.
Unos días más tarde, Marcellini felicitó a Fernández y asumió la derrota. Luego, vendrían 24 horas tremendas.
El jueves por la tarde le comunicaron a Franco Nicola, hasta entonces entrenador del seleccionado masculino, que no seguiría en su cargo, donde logró tres títulos en igual cantidad de torneos disputados.
Esa misma noche, en un llamado telefónico, avisaron a un asistente de Marcelo Garraffo que seguiría el mismo destino que Nicola. En una breve reunión el viernes por la tarde le oficializaron a la máxima gloria del hockey de varones que su proyecto estaba terminado.
Inmediatamente después se conoció que Carlos "Chapa" Retegui sería el reemplazo de Franco Nicola y que Emanuel Roggero era el hombre elegido para dirigir a las Leonas.
Los dos entrenadores cesanteados fueron invitados a conformar una "mesa grande" del hockey argentino por parte de Fernández. Ambos se negaron.
La situación fue desprolija desde todo punto de vista. Ambos proyectos se iniciaron hace unos meses con objetivos claros y no sólo que obtuvieron resultados sino que demostraron funcionar muy bien. El rumbo de los seleccionados parecía el correcto, además de tener el apoyo de la gran mayoría del hockey argentino.
Cuesta entender cómo se puede brindar un trato irrespetuoso a un referente como Marcelo Garraffo, un hombre respetado por todos y reconocido como la gloria del hockey masculino de nuestro país. Lo mismo para Nicola, el entrenador que ganó todo lo que jugó y clasificó a su equipo al Champions Trophy para codearse con los mejores del mundo.
Es cierto, Fernández anticipó que haría movimientos acomodando a sus hombres de confianza, sin embargo esto no parece haber sido en busca de lo mejor para los seleccionados sino para un proyecto político. Con tan solo un "gesto" de Aníbal manteniendo a los cuerpos técnicos hubiese sido suficiente para tener crédito con el resto del hockey argentino.
Estos movimientos han hecho mal a los seleccionados argentinos. Los proyectos quedaron truncos, la división de filosofía de trabajo y manejo de grupos que existe en el hockey local quedó mucho más acentuada que nunca y hasta en un punto de confrontación. Los jugadores y jugadoras de los equipos no saben dónde están parados, no entienden que puede pasar con ellos si no se ha podido respetar a dos personas idóneas y trabajadoras. Incluso hay miedo de hablar porque excepto Matías Vila o Sofía Maccari, ninguno se animó a expresar públicamente su opinión.
Incluso Retegui y Roggero no se verán beneficiados. Este lunes serán anunciados oficialmente y tendrán que enfrentar a dos planteles que habían sido parte de la elección de Garraffo y Nicola y fueron sobrepasados totalmente por la decisión de destituirlos.
¿Se pudo haber evitado semejante desmadejo? Sin dudas. Si la conducción de Marcellini hubiese consultado con Fernández y sus allegados o si las elecciones se hubiesen realizado en una fecha concordante con el calendario del hockey internacional, quizás no hubiese existido esta semana movida y triste a la vez.
El futuro de los seleccionados es incierto y el retroceso es claro. El termómetro es la sensación general de los verdaderos protagonistas del hockey argentino: los jugadores. En todos los clubes (en especial desde el interior) hay una sensación de desconcierto total sobre lo que sucederá con el hockey argentino en los años a venir.-
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (Telam).-
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