“La experiencia es un peine que te da la vida cuando te quedás pelado”, fue una de las frases de cabecera del inolvidable Oscar Bonavena. Él era hombre del boxeo, pero la sentencia bien podría aplicarla cualquier otro deportista. Llegar a la madurez vital que permite poner el freno en medio del vértigo y el frenesí, implica pasar varias veces por el ensayo y el error.
A diferencia de “Ringo”, a Gabriel Carabajal, con sólo 22 años, le sobra pelo en la cabeza. Y también condiciones futbolísticas para ser un crack.
Tiene un cambio de ritmo mortífero, acelera como un auto de alta gama, posee caderas de goma para gambetear y le pega como los dioses. Pero los vaivenes de su ímpetu juvenil le jugaron en contra. Está en proceso de evolución, pero todavía adolece de esos “pecados” de juventud que el consejo oportuno de un familiar o de un buen amigo puede ayudar a corregir.
Estaba en la plenitud de su rendimiento cuando una lesión lo sacó un mes y medio del equipo. Y después, en pleno undecagonal, un desliz hizo que Arnaldo Sialle le aplicara un correctivo merecido. Reflexión, autocrítica y después de una fecha afuera, otra vez a escena.
Y volvió como él sabe: con la picardía y el atrevimiento que lo llevaron, antes, a dibujar esos penales frente a Sportivo Belgrano y Gimnasia de Concepción del Uruguay de Entre Ríos, siendo vivo y rápido donde debe serlo: en la cancha.
Ojalá lo aproveche Gabriel y que siga aprendiendo ahora que el pelo no se le cae. Que siga rezando y que no se deje llevar por el franeleo de los oportunistas de turno. Todos lo reconocen como un jugadorazo en potencia, pero está en él construir la plataforma para dar el gran salto.-
FUENTE: (http://mundod.lavoz.com.ar) - FOTO: (Antonio Carrizo).-
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